Como la mayoría, el ibicenco José Manuel Lucía Megías descubrió el Quijote en el instituto, como lectura obligatoria. «No diré que lo odiara, pero sí que pasó sin pena ni gloria. Años después, en segundo de carrera, tuve un profesor magnífico con el que estudiamos los libros de caballerías . Así que ese verano me llevé el Quijote a Segovia, donde veraneaba con mi familia, y mientras los demás se echaban una siesta yo leía. Me reía a carcajadas . Como tenía de referentes esos libros de caballerías que había estudiado, ya sabía los trucos que tenía el autor a la hora de narrar», recuerda.

«A partir de ahí terminé dedicándome a investigar la iconografía de esta obra y, en los últimos veinte años, a estudiar a Cervantes. Sigo la senda de Alonso Quijano: de los libros de caballería p

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