El Chato Matta llegó al restaurante por una rica papita a la huancaína de entrada con su huevito duro, y un estofado de pollo con presa grande y arroz graneadito. Después pidió una jarra con anís calientito para la buena digestión. “María, el gran Pancholón me invitó a su sauna privado donde no entran envidiosos ni ‘mala leche’.
El abogado mujeriego ya está viejo, pero sigue en las andadas con una y otra chica. Duerme con una en La Posada, se levanta, va a trabajar y en las noches hace el amor con furia en su carro con la ‘Señora de las cuatro décadas’, que está buenaza y es experta haciendo el amor.
‘Chatito, la vida es una sola, estoy soltero, soy callejero y así moriré. Jugué una pichanga con mis colegas de la Asociación de Abogados del Callao y después nos escapamos a un local bo