Juan y Antolina son como dos cóndores que eligieron su propio nido en las alturas. Él, en una montaña; ella, en la de enfrente. En el medio, un camino de tierra, viento seco y la certeza de que el amor no necesita de la misma vista todos los días . A 3500 metros sobre el nivel del mar, en los Valles Calchaquíes de Salta, esta pareja de baqueanos encontró la clave para una relación de medio siglo: vivir en chozas separadas.
La historia de esta pareja no es la típica postal romántica. Es un relato de resiliencia, de elegir su propio camino y de una conexión tan profunda que la distancia física, de media hora de caminata , fortalece el vínculo en lugar de debilitarlo. Su secreto, revelado con una sonrisa cómplice, es simple: “ Así no nos vemos los días de mal humor ”, cuenta Antolina