Al regresar de las vacaciones de verano, es común encontrarse con alimentos olvidados que han superado su fecha de caducidad o han sufrido los efectos del calor acumulado durante semanas . En espacios cerrados y poco ventilados, productos como cereales, harinas o latas mal selladas pueden deteriorarse sin que sea evidente a simple vista. Las altas temperaturas favorecen la proliferación de bacterias y mohos, y consumir estos alimentos representa un riesgo para la salud. En apariencia todo puede estar en orden, pero el paso del tiempo y las condiciones ambientales hacen que muchos de estos productos ya no sean seguros.
A este problema se suma el miedo persistente a tirar comida, una preocupación cada vez más común entre quienes intentan reducir el desperdicio alimentario. Sin embargo, es