El documental 'Mientras podamos preguntar' de Santiago Mazarro reúne a expertos del mundo de la comunicación para ahondar en la importancia del periodismo y los problemas que enfrenta
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En tiempos en los que el ruido parece ganar terreno a la información, el periodismo se ha reafirmado más que nunca como una necesidad social. Sin embargo, el rápido avance tecnológico y el daño reputacional de la profesión ha provocado que, precisamente en un contexto repleto de bulos y campañas malintencionadas, se haya cuestionado su credibilidad y se haya visto reducida su capacidad para cumplir su función pública. Ahora, un documental reúne a algunos de los principales nombres del periodismo de este país para poner en el foco de las preguntas a quienes acostumbran a hacerlas.
Erigiéndose como un ejercicio que brinda a la gente la oportunidad de escuchar a las personas que manejan la información en el día a día, Mientras podamos preguntar, disponible en Filmin a partir del 8 de septiembre, lleva al cineasta madrileño Santiago Mazarro a poner la labor periodística en el centro del debate. Lo hace abordando asuntos como las fake news, la independencia y la toma de decisiones. “Muchas veces tenemos la idea de que el mundo de la comunicación es elitista y está alejado de la sociedad”, comenta Mazarro a elDiario.es, “pero la realidad es que las respuestas son honestas, directas y sinceras”. Entre sus entrevistados, Carlos Alsina, locutor en Onda Cero; Almudena Ariza, corresponsal en RTVE, o Ignacio Escolar, director de este periódico.
“La sociedad actual demanda periodismo, lo que pasa es que muchas veces no se fía de nosotros”, cuenta Escolar en el largometraje, apuntando que “el problema tiene más que ver con la credibilidad que con la necesidad de información”. El prestigio cada vez menor de la profesión es una de las consecuencias de que, pese a que la población demande información veraz, dude de ella cuando el periodista se la ofrece, algo que tiene que ver con la propia imagen. Este problema, al que también alude Rubén Amón, columnista en El Confidencial, se suma al de la precariedad: “Los periodistas somos los principales culpables de la crisis de reputación que tenemos”.
El periodismo se torna fundamental porque otorga poder a quien maneja la información, de ahí a que sea imprescindible hacer un uso honesto y responsable de la misma. Manuel Jabois, columnista en El País y en Cadena SER, comenta que “hay mucha gente y medios tóxicos en el periodismo”, lo que desemboca en multitud de “intereses cruzados”. “En el momento en el que se van los oyentes, los lectores y los telespectadores, y los medios de comunicación empiezan a ser ocupados por fuerzas ajenas, empiezan a estar mediatizados por esas fuerzas ajenas”, alega el profesional.
La polarización política y los intereses personales se palpan irremediablemente en los medios de comunicación, pues, como indica Mónica Terribas, exdirectora de Televisió de Catalunya, los periodistas no son seres asépticos ante la realidad, sino que forman parte de ella: “No somos alguien que ha bajado a la Tierra a informar. Estamos en esa Tierra y, si a mí me preocupa la realidad de las personas vulnerables, me va a preocupar toda la vida, voy a poner el foco ahí toda la vida y eso va a arrastrar una parte de mi mirada”. En cuanto al mismo punto, Ángeles Caballero, periodista en El País, señala que el “riesgo” de quien se dedica a opinar es el de convertirse en “previsible”.
Por su parte, Antonio Lucas, redactor en El Mundo, constata que “los periódicos tienen sus peajes, tienen sus estrategias y líneas editoriales y, si no quieres estar en la órbita de ese periódico, es legítimo irse”. Por ello mismo, los lectores también deciden a quiénes leer, lo que agrava la problemática de que solo se pueda informar a un sector de la sociedad, según afirma Ignacio Escolar: “Nosotros tenemos mucha credibilidad en un sector de la opinión pública española, pero hay otro sector de la opinión pública española a la que le da igual lo que contemos porque simplemente el hecho de que lo contemos nosotros lo desacredita”. Esto ocurre “al revés también”.
Los sesgos y la imparcialidad, a debate
El entorno en el que cada individuo ha crecido y aquellos referentes a los que ha leído, visto o escuchado forman las creencias sobre las que se sustentan sus valores. Aun así, Rubén Amón, columnista en El Confidencial, declara que “quien te escuche, mejor que no sepa lo que vas a decir, porque, si se lo teme, estás totalmente implicado en una consigna o en una visión del periodismo totalmente partidista”. Por el contrario, Rafael Latorre, periodista en El Mundo y colaborador en Onda Cero, comenta que es normal que la gente que lo conozca sepa lo que opina “prácticamente de todo”.
El problema aparece cuando, en lugar de tener una agenda periodística, el periodista pasa a tener una agenda política. “Tienes tus sesgos y tus opiniones, y la gente sabe lo que esperar de ti. Lo que no puede esperar es una fidelidad a unas siglas o a un partido, sino más bien a unos principios”, apunta Latorre. “Tener una voz propia es precisamente no atarte a ningún argumentario”, agrega en el documental. Almudena Ariza hace énfasis en la relevancia del papel del comunicador: “No estamos vendiendo coches, estamos vendiendo algo tan delicado como es la informacion y que tanto necesitamos”.
El diferente punto de vista de cada uno de los profesionales también se intercala con el de David Gistau, periodista y escritor que falleció en 2020 y al que se debe parte de la idea de este documental. “Surgió la oportunidad de hacer un homenaje a la figura de David Gistau, que es uno de los mejores periodistas que ha habido en España en los últimos años, y eso se relacionaba muy bien con la posibilidad de hacer un documental sobre las entrañas del periodismo”, dice Santiago Mazarro. Sus opiniones, que se escuchan como voz en off, han sido sacadas de diferentes entrevistas que concedió a lo largo de su trayectoria.
El don de abrazar la calle
“Un periodista tiene que estar en la calle pero no exactamente en la acera. Tiene que estar allí donde están las personas que tienen esa información a la que quieres llegar”, declara Ignacio Escolar en Mientras podamos preguntar. Se trata de una de las cuestiones en la que coinciden todos los entrevistados, como desarrolla Teresa Cobo, directora del diario La Rioja: “Si pierdes el contacto con la calle, pierdes el contacto con la realidad, y nuestro trabajo fundamentalmente es contar lo que está ocurriendo”. La profesional sostiene que en un periódico regional hay que “patear y callejear”, estando “más tiempo en la calle que en la redacción”.
En la era de las nuevas tecnologías, podría parecer que es posible hacer periodismo con solo encender el ordenador y mirar a través de su pantalla. Sin embargo, tener un móvil no hace más fácil el trabajo del reportero, como explica Marta G. Aller, periodista en El Confidencial. “Lo hace más complicado, porque nos exige no solo atener a lo que está pasando, también grabarlo, contarlo en tiempo real, alimentar a la bestia que son las redes sociales”, alega, añadiendo que “es una exigencia de generación de contenido constante”. “Ahora mismo hay mucha agua sucia, hay mucha desinformación, y también información, y hacemos falta los profesionales para ayudar a diferenciar lo relevante de lo que no lo es”, sentencia.
En una sociedad dominada por el relato, la posverdad y las fake news, Pedro G. Cuartango, columnista en ABC, afirma que “el periodismo tiene que escarbar en toda la apariencia de lo real y buscar la profundidad de las cosas”. Al fin y al cabo, en un contexto en el que todo el mundo parece encontrarse dentro del lodo, como comenta Marta G. Aller, alguien debe aportar esa agua potable que se necesita para sobrevivir a las inundaciones. Alsina reconoce que “la parte más interesante” de su actividad tiene que ver con “hablar con gente completamente corriente”. Y, como gente corriente que también son los periodistas, su tarea es vital para el devenir de la sociedad, algo a lo que alude Mónica Terribas: “Tu oficio está al servicio, y por lo tanto está al servicio público, sea de explotación privada o pública”.