En noches como esta es difícil mantener el foco durante algo más de unos minutos. Los estímulos son infinitos, siempre que se sepa mirar. El escenario, inigualable, de una presencia magnánima, que impone hasta el más confiado. Hace unas semanas, el graderío ovacionaba a los valientes que se suben a escena para declamar los textos escritos hace siglos como hiciera en su día Margarita Xirgú y este domingo, volvió a engalanarse el aforo en el templo, un símbolo de la Extremadura del pasado, del presente y del futuro , para celebrar, precisamente, eso. La región que levantó los cimientos para que las generaciones de ahora dejen un legado de orgullo para las de los años venideros. Esta es una velada para presumir, para honrar al amor propio y a la dignidad. Por esta razón, en noches como
Medallas de Extremadura: Una velada que ovaciona a los «guardianes» del futuro

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