Día a día, sin prisa y sin pausa, se extingue el gobierno de Gustavo Petro. Un gobierno signado por la ineptitud, la incapacidad, la torpeza y la perversidad del remedo de presidente que la nación, con estoicismo y valor, ha padecido, empero, sus veladas amenazas de perpetuarse en el poder, y de suspender la continuidad de la Democracia, el Estado de Derecho y el Sistema Republicano.
El balance del mandato Petro no puede ser peor: aumento de la inseguridad; pérdida de gobernabilidad territorial; exponencial aumento de los cultivos ilícitos; expansión del narcotráfico; empoderamiento de la criminalidad; inestabilidad legal; inseguridad jurídica; disminución de la inversión nacional y extranjera; contracción de la economía; pérdida de la soberanía energética; pauperización de las finanzas p