Quiera dios que cuando el sermón de la conciencia nocturna perturbe el sigilo de los sueños sin sentido, el alba inquieta sacuda nuestras conciencias en apuros y el tedioso despertar nos sorprenda aferrados al bálsamo de la presencia de la persona amada aliviando nuestras tormentosas pesadillas.
El placer de amanecer

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