
La flotilla pijiprogre que vive en su país de nunca Hamás se está marcando un crucero que ríase usted del cursi Icon of the Sea. Mientras el turismo de masas cumple su función obsesa arrimándose por miles en un parque de atracciones flotante, los amigos del mal, siempre en la izquierda , se juntan con sus camisetas de eslogan barato, su pañuelo de tienda fashion y su discurso anti todo para lanzarse al Mediterráneo con canciones del sesenta y ocho en versión ecolojeta, con el propósito infantil de detener una guerra que no les importa y hacerse los solidarios allí donde nadie conoce sus nombres. En realidad, las víctimas de una guerra que empezó Hamás les importan un pimiento, porque las tragedias, a la izquierda, les vale siempre y cuando las puedan rentabilizar. Nunca en el terreno y siempre a distancia, porque mancharse las manos no va con la élite progre. Otra cosa es mancharse la lengua con el veneno activista que tanto les luce y renta.
Deberían saber todos esos mentecatos compradores de mercancía terrorista, que Israel es hoy la única democracia liberal de Oriente Próximo , donde las libertades no se conculcan, el lugar al que escapan los palestinos que huyen del terror de quienes secuestran y matan, torturan y limpian las calles incluso de ayuda humanitaria, la sociedad en la que cualquier identidad sexual es respetada y donde la música no se hace para presumir de bailecito postureado en alta mar , sino para conciliar diferencias culturales y sociales. Pero también representa Israel el muro que impide a los bárbaros llegar hasta nuestras fronteras para violar, como principio, leyes y mujeres, un objetivo, el de dominar Europa, que demográficamente están consiguiendo debido a la complicidad, sinrazón y tontuna de los perroflautas de cayuco caviar.
De estar cometiéndose el genocidio que dicen los cómplices de Hamás y los acomplejados de siempre, Gaza y Cisjordania no existirían ya y el territorio habitado por los palestinos sometidos al yugo del terror habría sido borrado de la faz terrestre. Israel, como estado democrático sujeto al derecho internacional, será evaluado y examinado al término de esta guerra iniciada por quienes desean imponer por todo el mundo una dictadura teocrática. Y ahí se verá y analizará cualquier exceso, incluido el de propaganda, tan comprado desde el Occidente fanfarrón y suicida. Pero mientras eso sucede, e Israel atiende precisamente a heridos de guerra que Hamás deja morir y avisa allí donde atacará cuando Hamás se escuda en esos refugios para que muera más gente y así usarlo de propaganda junto a todos los antisemitas de Occidente, la i gnorancia occidental iletrada sigue creyendo en retóricas falaces y caducas. En Europa había quince millones de judíos antes de la Segunda Guerra Mundial. Ahora, la cifra apenas llega al millón. Eso es genocidio, y no lo que vende el siempre cómodo y facilón argumentario progre.
Pero como la verdad no importa, y en una guerra menos , se van las pijiprogres a bailar sobre la cubierta de un bote salvavidas, porque quieren llevar ayuda humanitaria a Gaza. Ellas, las taradas de Greta y Colau , la niña de la curva ecológica y una sujeta que okupó la alcaldía de Barcelona para destrozar lo que quedaba de modernidad y progreso en la ciudad, se erigen en vengadoras teóricas contra el mal, cuando el mal anida en su conciencia siniestra. Saben que no hay puerto de entrada a Gaza y que serían detenidas en cuanto entren en aguas israelíes, pero su propaganda ya ha hecho efecto. En su impagable -por ellas- viaje a la Ítaca del miedo, donde anida la excrecencia humana más abyecta y a la que sonríen como tontas sin remedio, le piden al mundo que rece, en su vulgaridad descreída, como trasunto homérico de una épica que no conocen. Sólo desembarcan en puertos fiesteros para emborracharse y destrozar la noche con la misma fruición con la que azotan la verdad.
Mientras en el mar se hacen las piratas, en tierra, sus homólogos euskaldiarreicos ensucian el deporte y la imagen de España haciendo lo que el Estado les permite desde hace décadas: sembrar el caos, la violencia y el terror en las mismas calles que vaciaban de decencia mientras asesinaban a sus vecinos. Parar la Vuelta a España, interrumpir etapas, empujar a corredores y sembrar el asfalto de propaganda basura es puro terrorismo callejero, el que tanto han mamado y rentabilizado, con la ayuda interesada de la sonrisa recogenueces. Lo hacen porque pueden, porque nadie les frena , de la misma manera que nadie detuvo el exilio al que sometieron a cientos de miles de vascos, a los que echaron de su tierra para que el apartheid étnico y racial de Arana tuviera éxito.
Ellos, Hamás y los hijos de ETA , son la misma cochambre moral y humana que trafica con las vidas ajenas, vistiéndose de luchadores por la paz cuando son los hijos de puta que siempre impusieron el terror, la masacre y la muerte allí donde su hez mental alcanza. Los palestinos que quieren vivir en libertad y paz, en democracia y con aspiraciones de progreso y futuro, hace tiempo que entendieron que Israel no es el enemigo y que Hamás no son sus compatriotas aliados, sino los asesinos que los usan como escudos humanos para que otros terroristas, físicos o morales, los utilicen para ganar dinero en calles vestidas de racismo separatista y en veleros millonarios de quita y pon.