En cualquier bar o restaurante hay un código invisible de cortesía entre el cliente y el camarero. Sin embargo, ese equilibrio se rompe cuando aparecen gestos que, aunque algunos crean inofensivos, resultan profundamente molestos para quienes trabajan en sala. Entre todos, hay uno que se repite con insistencia en las quejas de profesionales: levantar o agitar el vaso para pedir un relleno.

Lo que para muchos clientes es una forma rápida de señalar que se les acabó la bebida, para el personal se percibe como una señal de impaciencia y falta de respeto . "Es un gesto que transmite la idea de que el camarero no está haciendo su trabajo con la suficiente rapidez", explican varios trabajadores. La escena genera una incomodidad que va más allá de la simple molestia: da la sensación de que e

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