La historia tatuada en la piel de Mauro Icardi llegó a su fin de una manera tan definitiva como visible. El delantero argentino decidió cubrir el gran retrato de Wanda Nara que durante años llevó en su antebrazo izquierdo, símbolo de su extinta relación y testimonio de su etapa junto a la empresaria. La transformación, lejos de pasar inadvertida, se convirtió en noticia de repercusión internacional, alimentada por imágenes y gestos que describen el cierre de una era en la vida del futbolista.
Icardi eligió la vía rápida y simbólica: en vez de atravesar una larga y dolorosa remoción láser, le dio lugar a una franja negra que tapó por completo la imagen de Wanda. Mostró los resultados en una foto abrazando a su pareja actual, Eugenia la China Suárez . En esa postal nocturna,