En el mundo de la jardinería, existen plantas que, sin ser protagonistas evidentes, logran conquistar espacios con una elegancia discreta y una presencia encantadora. Algunas florecen con intensidad una sola vez al año, mientras que otras sorprenden con su capacidad de hacerlo dos veces, como si quisieran recordarnos que la belleza puede ser constante y renovada. Entre estas especies, hay una planta en particular que destaca por su delicadeza, su resistencia y su facilidad de cuidado, aunque no suele ser la primera en la lista de quienes buscan flores llamativas. No es una rosa, ni tampoco un clavel, pero tiene el poder de transformar cualquier rincón en un paisaje etéreo.

Esta planta , que florece tanto en primavera como en verano, no exige grandes esfuerzos ni conocimientos avanzado

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