Guadalajara (México), 8 sep (EFE).- Aunque cree que tiene lo necesario para ser una de las diez mejores tenistas del mundo, cuando sale a la cancha la colombiana Camila Osorio da gracias por algo más humano: seguir manteniendo vivo su sueño infantil.

“Pienso mucho en la niña que fui y juego dando gracias porque estoy cumpliendo metas. Para mí, el tenis es una bendición; trabajé muy duro para llegar al circuito profesional y me concentro en agradecer”, aseguró Osorio en una entrevista con EFE.

Nacida en Cúcuta en diciembre de 2001, Camila es una especie de fuego artificial en el circuito del tenis femenino. Aunque ya estuvo en el lugar 33 de la clasificación mundial, marca su territorio con una energía de trueno.

“Dejé a mi familia temprano: a los 11 años me fui a Estados Unidos. Si tuvi

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