La semana pasada fue, además del inicio de nuevas administraciones del sistema judicial en el ámbito federal y de las entidades del país, el arranque de un tema trascendental que quizá no ocupa las primeras planas, por no ser un asunto político, pero es tan o más importante que cualquier otro: la educación.
¿Acaso se puede medir la importancia entre el sector educativo y el político? Ni de chiste. Es una opinión personalísima. Primero, porque habría que delinear perfectamente la diferencia entre uno y otro aunque, en el terreno universal todo es política, es un concepto que no es privativo de los asuntos partidistas.
Alejarme de la terminología sería mejor, pero es importante recordar que política es el arte o la doctrina de gobernar, la actividad relacionada con la toma de decisiones en