L a llegada de Cedric Mullins a los Mets de Nueva York antes de la fecha límite de cambios despertó entusiasmo en la organización. El equipo necesitaba con urgencia una solución para el jardín central, una posición que venía arrastrando una de las producciones ofensivas más bajas en toda la MLB. Mullins, pese a no estar teniendo su mejor campaña con los Orioles, parecía ser la respuesta ideal por su velocidad, defensa y experiencia como primero en el orden.
Sin embargo, la realidad ha sido muy distinta, desde su llegada a Queens, el bateador zurdo ha tenido problemas serios para adaptarse al pitcheo rival, e n 29 juegos con los Mets su promedio de bateo cayó a .179 y su OPS se desplomó a .568 . Lo más alarmante es su racha actual, se ha ido 21-0 en sus últimos ocho juegos, aunque