Ella estaba segura del diamante que había cobijado durante los últimos 18 años. No se trataba simplemente de su hijo, sino del futbolista que la hacía emocionar cada vez que se presentaba en Tembetary . Por esa razón, no lo dudó. Tomó sus llaves, agarró la cartera y encaró hacia el Monumental con la intención de tener un encuentro con el que por ese entonces se desempeñaba como presidente de River Plate .
Sin haber pedido una reunión previa, se presentó en las oficinas de Alfredo Davicce; y con determinación se dirigió hacia la secretaria del directivo.
— Soy Nidia Concepción Amarilla de Cuevas, casada, con tres hijos y vengo a hablar con el presidente de River — dijo con autoridad.
— Señora, ¿usted está loca? Tiene que pedir una audiencia, no puede entrar acá. Es una zona pr