ROMA (EFE).— Giorgio Armani, fallecido el pasado jueves a los 91 años, fue despedido ayer con un funeral estrictamente privado en el pueblo de Rivalta, en el norte italiano, antes de ser sepultado en el panteón familiar.
El féretro llegó al pueblo lentamente en un automóvil y escoltado por seis personas en traje, mientras las campanas de la localidad doblaban en su memoria, según medios locales.
Después se celebraron las exequias en la iglesia del pueblo de forma privada, ante unas cincuenta personas, entre familiares y algunos de sus allegados, tal y como había dispuesto en vida.
A las puertas de la iglesia se depositó una corona de flores blancas con una banda en la que podía leerse: “Con mucho afecto, sus empleados”, mientras que las tiendas de sus marcas en Milán permanecieron cerra