Por Joaquín Morales Solá – No hay derrotas buenas, pero las hay mejores o peores. La de ayer fue una fea y contundente derrota de Javier Milei cuando todavía le faltan tres meses para cumplir los primeros dos años de su mandato de cuatro años. Perdió por más de 13 puntos en el distrito más grande y más importante del país, donde se aloja casi el 40 por ciento del padrón electoral nacional. Demasiado temprano para perder de esa monumental manera, salvo que piense, como ironizaba Churchill, que “el éxito es ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”. Más allá de las ironías, Milei ignoró lo que debía saber cuando hace poco anunció que le pondría “el último clavo al ataúd del kirchnerismo”. No hubo clavo y ni siquiera hubo ataúd. “Fue una catástrofe para Milei”, describió alguien que
Las razones de una derrota contundente

78