En las novelas del género negro está acuñado que el asesino siempre vuelve al lugar del crimen, pero en la plaza de la República Argentina de Madrid ocurre justo al revés: cada 9 de septiembre son las víctimas las que retornan a la esquina que ETA quiso llenar de cadáveres .

Este 9 de septiembre dos de ellas y un grupo de acompañantes han vuelto a cumplir con su rito particular. Hace 40 años, cuando se perpetró el atentado, eran veinteañeros recien salidos de la academia que recibían su primer y brutal choque con la realidad del terrorismo . Hoy son sesentones que se encaraman a una farola para colocar un tricornio de plástico, unas banderas de España, un ramo de flores y un cartelillo que relata que allí “explotó un coche bomba puesto por la banda terrorista ETA al paso de un mic

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