El color naranja y el aspecto turbio que en estos días presentan las aguas del río Salmon, en la cordillera Brooks de Alaska, evidencian un fenómeno que está transformando el Ártico.

El deshielo del permafrost está liberando metales tóxicos en los ríos, alterando la composición química del agua y poniendo en riesgo la vida acuática y las cadenas alimentarias de la región.

Este proceso, causado por el cambio climático, convirtió ríos que antes eran fuente de agua potable en corrientes contaminadas, con consecuencias que los científicos consideran irreversibles. El permafrost, una capa de suelo ártico congelada durante milenios, se derrite por el aumento de las temperaturas globales. La entrada de agua y oxígeno en este suelo expuesto genera reacciones químicas que descomponen piedras

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