Académicos israelíes, algunos de ellos estudiosos del Holocausto, no dudan de que los crímenes que Israel está cometiendo en Gaza coinciden con la definición de genocidio que Naciones Unidas adoptó en 1948

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Omer Bartov es profesor de estudios sobre el genocidio y el Holocausto en la Universidad estadounidense de Brown (Rhode Island). En julio publicó un artículo en The New York Times titulado ‘Soy un estudioso del genocidio. Reconozco cuando veo uno’. Este historiador israelí explicaba que un mes después del ataque del 7 de octubre por parte de Hamás pensó que el ejército israelí, en su respuesta, había cometido crímenes de guerra y potencialmente crímenes contra la humanidad. Bartov creía que, pese a ser atroz, lo que estábamos viendo no se podía calificar de genocidio. Medio año después cambió de opinión.

En mayo de 2024, los soldados israelíes obligaron a casi un millón de personas, los habitantes de Rafah, a irse a una zona, Al-Mawasi, en la que era prácticamente imposible refugiarse. Y después empezaron a destruir su ciudad. “Netanyahu había instado a sus ciudadanos a recordar ‘lo que Amalec hizo contigo’, una cita que muchos interpretaron como una referencia a la exigencia de un pasaje bíblico que pedía a los israelitas matar ‘hombres, mujeres y niños, aunque sean los de pecho’, de su enemigo ancestral. Funcionarios gubernamentales y militares dijeron que luchaban contra ‘animales humanos’ y, más tarde, pidieron la ‘aniquilación total’. Nissim Vaturi, portavoz adjunto del Parlamento, dijo en X que la tarea de Israel debía ser ‘borrar la Franja de Gaza de la faz de la tierra’, describe Bartov en su artículo. Querían hacerlo y están a punto de lograrlo. Eso explica la orden de evacuar la ciudad de Gaza en la que viven e intentaban refugiarse hasta esta semana otro millón de palestinos.

Naciones Unidas estableció que un genocidio implica la “intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”. El genocidio supone el asesinato de personas como miembros de un grupo, orientado a destruir irreparablemente al propio grupo para que nunca pueda reconstituirse como entidad política, social o cultural. ¿Acaso se necesitan más pruebas de que ese ha sido y es el propósito del Gobierno de Netanyahu y de las acciones que disciplinadamente lleva a cabo el ejército israelí? Por eso no se puede hablar de una guerra (no existe un cuerpo de Hamás organizado para luchar contra las Fuerzas de Defensa de Israel) ni es suficiente tildarlo como crímenes de guerra.

Bartov reconoce que llegar a esta conclusión ha sido especialmente doloroso para él. Y es lógico si se tiene en cuenta que creció en un hogar sionista, vivió la primera mitad de su vida en Israel, que allí sirvió como soldado y oficial y ha pasado la mayor parte de su carrera investigando y escribiendo sobre crímenes de guerra y el Holocausto.

En su artículo, este historiador cita en uno de los párrafos a otros colegas expertos que han llegado a la misma conclusión: “El académico israelí especializado en genocidios Shmuel Lederman se unió al coro de opinión cada vez mayor que afirma que Israel participó en acciones genocidas. El abogado internacional canadiense William Schabas llegó a la misma conclusión el año pasado y hace poco describió la campaña militar de Israel en Gaza como ‘absolutamente’ un genocidio. Otros expertos en genocidio, como Melanie O’Brien, presidenta de la Asociación Internacional de Estudiosos del Genocidio, y el especialista británico Martin Shaw (quien también ha dicho que el ataque de Hamás fue genocida), han llegado a la misma conclusión, mientras que el académico australiano A.Dirk Moses, de la Universidad Municipal de Nueva York, describió estos hechos en la publicación neerlandesa NRC como una ‘mezcla de lógica genocida y militar’”.

Así que los políticos que piden ser “ecuánimes y ponderados” en la respuesta a la actuación de Israel o directamente niegan el genocidio, como hizo este lunes el alcalde de Madrid, José Luís Rodríguez Almeida, están falseando la realidad porque obvian que el propósito del Gobierno de Netanyahu es hacer inhabitable Gaza y expulsar a su población.

Almeida, como otros, hace la trampa de usar el exterminio perpetrado por los nazis para no reconocer lo que está pasando en Gaza. Como si uno anulase al otro. El Holocausto fue un genocidio, al igual que las matanzas lideradas por Pol Pot en Camboya, a mediados de los 70, las de Ruanda, en 1994, o la masacre de Srebrenica, de la que ahora se han cumplido 30 años.

Acabo el artículo con otra de las frases de Bartov. Recuerden, judío y estudioso durante más de dos décadas del Holocausto: “Israel tendrá que aprender a vivir sin recurrir al Holocausto como justificación de la inhumanidad”.