
“Vergonzoso e inadmisible”. Un incidente vivido por el DJ zaragozano Sweet Drinkz el viernes en el 'Hospitality' del Vive Latino ha levantado en armas a compañeros de toda España, tanto conocidos como desconocidos. Critican el mal trato que reciben a menudo en sus sesiones, con peticiones inoportunas, a menudo con mala educación, y en un cóctel al que se añade el alcohol. “Hacer una petición y que esté fuera de lugar es una falta de respeto. Es decir a un profesional cómo tiene que hacer su trabajo”, lamenta Alberto, el nombre detrás de Sweet Drinkz.
Tal y como contó él mismo en una historia de Instagram, fue al final de su sesión, sobre las 3.30 –después de hora y media de tiempo extra de trabajo, ya que estaba pactado hasta las 2.00–. Se acercó un grupo que le pidió de manera insistente que pusiera Raffaella Carrá. Él se negó, y como no cejaban en su empeño tuvo que ponerse “asertivo”. “Yo soy la que te paga”, le respondió una de las integrantes. Y a continuación le comunicó que al día siguiente no volviera. “Pinchar es mi vida, pero cada día tengo menos ganas”, lamentaba al final del texto Sweet Drinkz, que cerraba con un #NOREQUESTS.
La ola de solidaridad fue inmediata. “Si queréis una sesión a medida os hacéis una playlist. Dejad a los DJs trabajar”, replicó en un mensaje EME DJ (Marta Fierro). “”Lo que le ha ocurrido a Alberto es un reflejo de un problema más grande. No se trata solo de poner canciones, sino de construir experiencias, programar criterio y aportar identidad a la vida cultural“, apuntó Sottto. ”Que un artista sea apartado de su trabajo por no acceder a una petición fuera de lugar no solo es una desconsideración a su criterio artístico, sino una muestra clara de imponer su voluntad 'por ser quienes son' (lo que viene siendo: abuso de poder)“, publicó por su parte @angiefvb.
Y así decenas de compañeros más, todos criticando lo sucedido o explicando situaciones similares.
72 horas después, Alberto asegura que quiere cerrar ese capítulo. “Solo buscaba explicar por qué no iba a estar el sábado y reivindicar lo que tenemos que aguantar. No quiero perjudicar al festival”. En todo caso, el incidente sirve para ilustrar el día a día de estos profesionales de la música, que recorren locales grandes y pequeños de toda Europa e incluso fuera del continente y que viven especialmente en España episodios desagradables como el de Zaragoza este fin de semana: “En 25 años de carrera, me ha pasado de todo. Aquí sucede más que en otros países de Europa o por ejemplo Japón. Hay otra actitud, muchos compañeros lo viven cada día. No solo en el mainstream: también en el circuito más alternativo”, explica Sweet Drinkz.
A su lado, Lady Funk asiente. “Yo también llevo 25 años pinchando. Tengo dos premios, uno a mejor DJ nacional [el IAMRAP de 2023] y otro en los Premios de la Música Aragonesa [la única aragonesa en 26 años]. Creo que los DJs estamos lo suficientemente capacitados para hacer bien nuestro trabajo. Es como si llamas a un fontanero y le dices cómo poner el grifo”, pone como ejemplo Lorena, que pincha por toda Europa.
Lady Funk recuerda un incidente en Benasque en 2013: “Me llevo un mánager que ya sabía qué género tengo. Justo cuando estaba poniendo en 'Get Lucky', por entonces la canción número 1 de Los 40, me pidieron algo más comercial; en concreto, 'Taxi' de Pitbull. Les dije que no era mi género, que me habían contratado con unas condiciones. El camarero me sacó de la cabina, puso 'Taxi' y dos canciones más. Entonces le pregunté al 'road manager' si esa noche la iba a cobrar igual, y como me contestó que sí me largué y dejé al camarero pinchando”.
A los malos modos se une, pasadas las horas de sesión, un ingrediente inoportuno: el alcohol. “Se pasean con la copa por encima del equipo, alguna vez me la han llegado a tirar entera”, recuerda Lady Funk.
“Se puede entender que te hagan peticiones, pero con educación y con coherencia; cuando es repetitivo e incoherente, y hay mala educación, pasa a convertirse en algo incómodo: no te permite hacer tu trabajo y es egoísta: si te apetece escuchar algo, piensa en lo que tienes alrededor. El DJ está pensando en el conjunto la noche y en el público que tiene”, desgrana Sweet Drinkz.
“Un DJ es algo más que una simple persona que pone música: es alguien que lee la pista, las emociones de la gente, que tira de psicología para los diferentes públicos que tiene. Cuando alguien viene a pedirte una canción no tiene en cuenta esos factores y te dice cómo hacer tu trabajo, lo que es una falta de respeto”, abunda Lorena. Y aporta una muestra: “Cuando Jazzy Jeff pinchó en Tomorrowland, puso clásicos de rock o hip hop, y luego versiones con ese estilo: ese es un buen ejemplo de cómo un DJ se puede adapta sin salirse de su estilo musical”.
DJs de formato abierto
Otro DJ de Zaragoza, Eddy Chárlez , representa un caso algo distinto pero complementario. Al contrario que Alberto y Lorena, que son DJs “de nicho”, él es 'open format', de formato abierto, explica: “Pinchamos de todo, según el sitio en el que estamos y en función de las circunstancias. Nos adaptamos y aceptamos más peticiones”. Lo cual, sin embargo, no les libra de los problemas.
Chárlez pone como ejemplo lo que le sucedió hace una década, con 20 años y cuando llevaba poco tiempo en el negocio. Fue en un pueblo del entorno de Zaragoza capital: “Me pidieron tecno a las 2:00, lo cual no era coherente con la hora. Les dije que, un poco más tarde, ningún problema. Pero no aceptaron un 'no' por respuesta: me empezaron a tirar hielos y uno impactó sobre mí. Pensé que así no trabajaba: apagué la música, cogí los cables y empecé a recoger el equipo. Fue la peor idea que pude tener. Todos se pusieron en mi contra, no había nadie seguridad y me vi encerrado en los camerinos y llamando a la Guardia Civil. Me escoltaron entre insultos y, cuando me iba, vecinos del pueblo me siguieron como macarras en moto hasta que la autovía. Con 20 años, me replanteé seguir trabajando en esto, exponiendo mi integridad física y también mi equipo”, relata.
Este DJ zaragozano recuerda que no es “un Spotify Prémium”: no tiene todos los temas, y eso a veces genera frustración. “Y más cuando se creen la autoridad máxima. Entonces llegan amenazas y otras cosas”, dice.
En el caso de lo sucedido a Sweet Drinkz, Chárlez considera que problema está en que los promotores de muchas salas contratan a DJs “sin saber cuál es verdaderamente su estilo”. “A un DJ influencer lo llamas por sus números, no por lo que va a hacer musicalmente. Pero con Alberto sabes lo que están contratando, no tienes por qué pedirle música. El problema es cuando se mezcla que alguien se cree con la potestad de hacer lo que quiere porque paga, cuando no debe ser así”, analiza.