La contundente derrota electoral en la provincia de Buenos Aires desencadenó un clima de creciente descontento dentro de la coalición oficialista, extendiéndose desde el núcleo duro libertario hasta sus aliados y los gobiernos provinciales. Las expectativas de cambios significativos en la estrategia política y de gabinete, generadas tras el revés electoral, se han visto frustradas, dando paso a un palpable malestar.
Las primeras 48 horas posteriores al resultado electoral estuvieron marcadas por la activación de mesas de diálogo y reuniones de gabinete en la Casa Rosada. Sin embargo, estas medidas no han logrado canalizar las demandas de ajustes profundos que diversos sectores consideraban necesarios. Lejos de apaciguar los ánimos, la respuesta del oficialismo ha intensificado la sensació