La Guaira, diciembre de 1902.
La madrugada aún no clareaba del todo cuando un bramido metálico retumbó en la rada: eran los cañones de una escuadra combinada, inglesa y alemana, que apuntaban hacia la costa. El silbido de las sirenas navales estremeció a los pescadores, y la población —temerosa— corría hacia las lomas para observar, desde lejos, aquel espectáculo bélico. Los estandartes de dos imperios ondeaban sobre los mástiles, marcando el inicio de un episodio insólito: Venezuela estaba sitiada por las potencias más poderosas de Europa.
El 9 de diciembre, quince unidades de guerra británicas y alemanas irrumpieron en La Guaira. En un solo movimiento tomaron seis buques venezolanos anclados en dique seco, desembarcaron tropas y ocuparon los muelles sin disparar un tiro. A medianoche,