Hay momentos en la historia en que los liderazgos se definen no por las palabras que pronuncian, sino por las decisiones que asumen. Venezuela está en uno de esos momentos. El mundo observa con atención y, más allá de las tensiones internacionales, lo que realmente está en juego es el destino de un país que no puede seguir hipotecado a la incertidumbre.

Las fuerzas externas pueden presionar, y los movimientos militares en el Caribe son una clara señal de que el tablero internacional se ha activado. Sin embargo, la verdadera encrucijada está dentro: seguir prolongando un modelo que ha condenado a millones de ciudadanos al exilio, a la pobreza y al desencanto, o dar un paso hacia una salida que permita reconstruir la nación sobre bases de legalidad, dignidad y futuro.

Decidir en favor del

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