La red se ha convertido en un espacio tan útil como peligroso, donde un simple clic puede desencadenar una cadena de consecuencias difíciles de prever. Ingresar en una página web aparentemente inofensiva, descargar un archivo adjunto o acceder a un enlace recibido por correo o mensaje directo puede bastar para que un virus se infiltre en un dispositivo sin dejar rastro visible. Desde ese momento, el atacante puede tener acceso a datos personales, contraseñas guardadas, documentos confidenciales o incluso al control completo del equipo. Uno de los riesgos más graves es el robo de información bancaria, que puede derivar en transferencias no autorizadas, vaciado de cuentas o uso fraudulento de tarjetas.
En muchos casos, las víctimas no descubren la brecha hasta días o semanas después, cu