Cuando el tango empieza a sonar, Lidia Beltrán exorciza el Parkinson que la entumece, abraza a su terapeuta y baila con meticulosa fluidez junto a otros pacientes en un tratamiento innovador que impulsó un hospital público de Buenos Aires.

Unos 200 pacientes han asistido a los talleres de tango que desde hace 15 años organiza el hospital Ramos Mejía para estudiar su impacto en la evolución de los síntomas de esta enfermedad neurodegenerativa sin cura y brindar herramientas de rehabilitación, explicó a la AFP el equipo de neurólogos a cargo.

“Uno de los problemas principales de la enfermedad es el trastorno de la marcha, y el tango, como danza caminada, trabaja la detención y el inicio de los pasos y estrategias para caminar alrededor de la pista”, explicó la neuróloga Nélida Garretto, un

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