El derrumbe de gran magnitud en el kilómetro 18 de la vía Bogotá–Villavicencio obligó a las autoridades a establecer planes de contingencia para garantizar la movilidad entre la capital y la Orinoquía.

El hecho generó el cierre parcial de uno de los corredores más importantes para el transporte de pasajeros y mercancías, lo que llevó a la adopción de medidas inmediatas.

El Ministerio de Transporte, en coordinación con Invías, la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) y la Policía de Tránsito y Transporte, puso en marcha rutas alternas para los vehículos.

La transversal del Cusiana quedó habilitada para automotores de hasta 28 toneladas, mientras que la transversal del Sisga se autorizó para un límite de 16 toneladas. En ambos corredores solo se permitirá el tránsito de vehículos l

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