De vuelta al tajo. Aun siendo un mes muy lector de suyo, el pasado agosto resultó tan sumamente flojo, tan apagado –es un decir–, que una servidora y los bomberos (buenos) de Fahrenheit 451 temieron quedarse sin trabajo, reconcomidos bajo el ventilador por la idea funesta de que esta sección hubiese sido un espejismo tan efímero como la flor del cerezo en primavera. Nada. Ni una triste presentación que llevarse a la boca. Tanto fue así que Eloisa (sin acento) Faltoni, gestora cultural de Alibri, se sacó de la chistera una serie de meriendas temáticas con el fin de atraer lectores a la librería por el simple gusto de charlar de libros. Incluso dedicaron un coloquio con refrigerio a la literatura distópica, donde no podía faltar, por supuesto, la novela de Ray Bradbury bajo cuyo estandarte
Chamanas, médiums, hechiceras, por Olga Merino

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