Me lo contó Juan José Millás en una conversación que tuve con él allá por el año 1999 en el Cabildo de Tenerife, dentro de un ciclo sobre la novela que dirigí. Me detalló que, cuando su madre quedó embarazada, ella y su marido dedujeron que engendraba gemelos. Llegado el tiempo, la señora se postró, dio a luz al primero, Juan José, y esperaron al segundo. Hasta que la matrona concluyó: se acabó, es todo, no hay nadie más. Y aquella historia sembró de desconcierto al matrimonio. Siempre hubo un distinto presente, que era mejor que el nacido, persona, hijo, estudiante, deportista… Y ante el ser del que no se podía huir siempre se encontraba Juan José Millás. Por demás, me dijo, con el tiempo ese hermano que no fue pero que existía se convirtió en crítico literario y no le gustaba lo más míni
El otro

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