Con un caminar pausado, lento, deambulando por el hall como esperando, tranquilo. Una actitud que podría ser propia de un hombre nacido en el noroeste provincial -en el mal llamado “interior”-, o de un hombre que logró su cometido: llevar a su final la reforma constitucional de Santa F e, después de 63 años . Una Carta Magna que “no será la ideal, pero será la que pudimos lograr” . Felipe Michlig atravesó las puertas de la Legislatura, pasadas las 18.20, con el primer ejemplar del nuevo contrato social entre sus brazos. El primero jurado por los convencionales y a minutos de que las cúpulas de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la provincia hicieran lo propio .

Afuera, sobre el escenario, el gobernador Maximiliano Pullaro ya había saludado con su puño en alto a l

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