La estrategia electoral de LLA parece girar sobre tres premisas:

a) Convencer al electorado, sobre todo al que se abstuvo y abstendría con cualquier formato, de que si no vota por esa fuerza, automáticamente estaría generando el “regreso del kirchnerismo”, con todo el retroceso que eso implicaría.

b) Negociar con los gobernadores hasta asegurarse el voto de un número de senadores y aún de diputados que impedirían conseguir las mayorías necesarias para un juicio político, o la insistencia para dejar sin efecto un veto.

c) La permanencia en su cerebro estratégico del triángulo de hierro, convertido ahora en hexágono o algún polígono similar, según el caso. Eso incluye la permanencia de funcionarios y candidatos (ya imposible de variar en este último caso) de origen kirchnerista o massis

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