A lo largo de la vida, las personas sufrimos un desgaste natural en nuestra capacidad productiva. Ese desgaste conlleva inexorablemente un deterioro en nuestra utilidad laboral o un menoscabo en nuestro rendimiento físico, intelectual y funcional, que lleva a una obsolescencia progresiva de nuestra vida profesional y nuestro valor laboral.

Los seres humanos somos capaces de generar valor, de aportar o de crear, y tenemos una curva ascendente que luego es inevitablemente descendente hasta que nos extinguimos y dejamos de existir.

Esto es lo que se reconoce en la sociedad a través de la pensión. De allí la gran importancia de los sistemas pensionales de un país en reconocer y cubrir el riesgo de vejez.

Pero no solo perdemos la valía profesional por el hecho de que el tiempo avanza de mane

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