Hundir un buque de guerra ha sido tradicionalmente una operación compleja y, sobre todo, carísima. Consciente de ello, la Fuerza Aérea de Estados Unidos ha puesto en marcha una ingeniosa solución que promete cambiar las reglas del juego en el combate naval: el programa Quicksink. La idea central es tan simple como eficaz y consiste en la adaptación de munición convencional , como las bombas GBU-31 de 907 kilogramos, para convertirlas en armas de precisión letales contra objetivos marítimos a un coste radicalmente inferior al de un torpedo o un misil antibuque. Este enfoque de reutilización de material existente se desarrolla en paralelo a la búsqueda de otras capacidades, ya que para el próximo año.
De hecho, la clave de esta transformación se encuentra en un kit de guiado de última gen