Las masas secas son un clásico de la pastelería que nunca pasa de moda. Crocantes, dulces y con infinitas posibilidades de relleno y decoración, se convierten en el aliado perfecto para acompañar un café, regalar en una caja especial o incluso empezar un pequeño emprendimiento casero. Lo mejor de esta receta es que, con apenas una yema, podés lograr dos bandejas llenas de variedades distintas, ideales para ofrecer a clientes o disfrutar en familia.
La base es una masa sablée simple, delicada y versátil, que podés personalizar con esencias o ralladuras a gusto. Una vez lista, solo tenés que jugar con diferentes rellenos y coberturas: dulce de leche, chocolate, mermelada, coco o frutos secos. Con poco esfuerzo, obtenés un surtido de masas que parecen salidas de una confitería, pero hechas