El domingo volvíamos caminando con la perra, después de comer en la parrilla del barrio. Había sol y hacía frío, pero, como dice mi amiga Sonia Scarabelli: estamos yendo de a poco hacia la luz del verano. Una señora venía en dirección contraria, también con un perrito. Nos habló, volví sobre mis pasos. Dijo que tuviéramos cuidado, que estaban envenenando pichichos. ¿Quién?, le dije. No sabemos, pero ya mató uno. Y en la plaza también pusieron veneno para ratas… ¿Será la misma persona?, dije. No, no, esos son los del Gobierno de la Ciudad. Tengan cuidado y avisen a los demás, volvió a recomendar y siguió camino.

Esa noticia me dejó inquieta el resto del día. Me quedé pensando en los envenenadores de animales. Cuando era chica era bastante común que algún vecino tentara a perros y gatos con

See Full Page