MILAN, ENVIADA ESPECIAL

En honor a la Argentina, la compañía china Wison bautizó Tango a uno de sus barcos de licuefacción, una verdadera fábrica en el mar que transforma al gas en líquido, el ya conocido GNL, para que pueda exportarse a lugares donde no llegan los gasoductos.

El Tango, con una capacidad pequeña de 600.000 toneladas por año, era algo así como un ratón de laboratorio. Estuvo en el país en tiempos de Macri y su estancia fue breve. Por esos caprichos del destino llegó la pandemia y el contrato se terminó cuando el mundo se cerraba y el precio del petróleo se derrumbaba a valores negativos.

El Tango es uno de los siete barcos de este tipo que están en actividad en el mundo. Y por lo observado en la cumbre del gas que se desarrolló en Milán los principales productores

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