En sus terceras memorias, Hasta la orilla del río, Elizabeth Gilbert se presenta a sí misma como una adicta al sexo y al amor, y divulga con todo lujo de detalle su relación con su mejor amiga, Rayya Elias, peluquera y exdrogadicta, y su descenso final a la codependencia y al amor romántico obsesivo.
Su romance comienza poco después de que a Elias le diagnosticaran cáncer. Gilbert asume rápidamente el papel de cuidadora y, más tarde, el de facilitadora, desde el cual compraba cocaína para Elias y le amarraba los brazos o las piernas para que Elias se inyectara.
Se trata de una oscura desviación desde el exitoso libro de Gilbert de 2006, Comer, rezar, amar, en el que relataba sus viajes al extranjero en busca de aventuras desenfadadas, romance y sanación tras un divorcio doloroso.
Lo que