Como una verdadera técnica de la regulación municipal, cayó de a grapa al primer cuadro de la ciudad para supervisar que cada locatario cumpliera al cien con las normas.
Su misión: evitar cualquier caída en corto en la verbena popular y garantizar que las familias pudieran disfrutar sin preocupaciones de los antojitos más patrios.
En este cuadrilátero gastronómico se instalaron 68 valientes locatarios que pusieron el pecho ante la inspección municipal.
Desde la Plaza del Ángel hasta las avenidas Victoria e Independencia, se desplegó un verdadero torneo de sabores con flautas, tacos, dorinachos y hasta clamatos que hicieron rugir de emoción a más de un estómago.
La síndica, con ojo de réferi, verificó que todos tuvieran sus extintores vigentes y sus permisos en regla – porque en esta lu