Al paso de confrontación que vamos, podríamos terminar en poco tiempo con la Constitución y el sistema político democrático de cabeza. Como ahora la Constitución ya no basta para ordenar nuestra convivencia política institucional, el Tribunal Constitucional se ha convertido, sin quererlo, en forzado árbitro de disputas de poder y en última instancia judicial obligada, casi para todo.

Si hasta hace poco nuestra separación de poderes funcionaba sin mayores alteraciones, dentro de la precariedad institucional que no hemos resuelto, de pronto hemos pasado, bruscamente, a la anarquía.

El Congreso sobrepasa al Gobierno. El Poder Judicial al Congreso. Y el Ministerio Público, ni corto ni perezoso, sobrepasa al Congreso y al Gobierno juntos.

Esta honda fisura de la separación de pod

See Full Page