El estrellato absoluto, que el actor fallecido este martes alcanzó, es algo palpable, real, inmune a las fórmulas

Aunque le colocaran en segundo plano, y a ningún director con sentido de la supervivencia se le ocurriría hacerlo, el señor Robert Redford se comía la pantalla . La cámara le amaba. También infinitas mujeres de cualquier lugar y condición que poseyeran sentido del gusto. Y a los hombres nos caía muy bien. Nos gustaría ser como él. En vano, por supuesto. El gran público no acudía a los cines en función de los seres que dirigían las películas. Iban a ver una película de Robert Redford. O de Paul Newman. O sea, el estrellato absoluto es algo palpable, real, inmune a las fórmulas, aunque estas las manejen genios del marketing, la publicidad, la promoción. Más información Mu

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