A un kilómetro de la Academia Aga, sobre la carretera, un puesto de sombreros texanos reserva uno de mariachi en rojo. Ese mismo aparece en la foto que se tomó el serbio, Uroš Đurđević.
Como si estuviera diseñado para él. Es la primera vez que porta uno. Sonríe porque tiene un motivo más para festejar las fiestas patrias: su hija Mila, acaba de nacer y es orgullosamente tapatía.
Su infancia por el contrario fue distinta. Nació en Obrenovac, una ciudad ubicada en la periferia de Belgrado, conocida como Yugoslavia, que atravesaba la Guerra de Kosovo. Las sirenas y los bombardeos era lo que solía escuchar en su infancia.
“Mi único juguete era una pelota. Tenía cinco años y gracias a Dios no perdí a nadie de mi familia. Recuerdo que pasábamos mucho tiempo escondiéndonos y yo jugaba futbol