Juan Carlos I vive con un miedo constante. El emérito es muy consciente de que el final está cada vez más cerca. A sus 87 años, las operaciones y tratamientos no le han devuelto la movilidad que soñaba. Cada pocos meses vuelve a España para someterse a terapias de medicina regenerativa, con inyecciones de células madre y plaquetas . Pero nada funciona como él quiere. Lo que de verdad le aterra es acabar en silla de ruedas, la imagen de debilidad que nunca ha querido dar. No soporta que alguien capte esa fotografía que pondría punto final a su leyenda de hombre fuerte.
El padre de Felipe VI ya asumió hace tiempo que dejó de pertenecer a la Corona. Ha sufrido la condena más dura para un rey: el exilio. Salió de España por la puerta trasera, borrando de un plumazo las luces de un r