Un destello color de rosa atraviesa la superficie fangosa del río Amazonas mientras científicos y veterinarios, metidos hasta la cintura en la corriente, colocan pacientemente una red de malla alrededor de un grupo de delfines rosados del Amazonas. La van cerrando con cada vuelta, y un banco de peces plateados brilla bajo la fuerte luz del sol cuando saltan para escapar de la red.
Cuando lo suben a la embarcación, el delfín forcejea. Los investigadores tienen 15 minutos para completar su trabajo; es el tiempo máximo que un delfín puede estar fuera del agua. El biólogo marino Fernando Trujillo lidera las tareas. Se arrodilla junto a la cabeza del animal, cubre su ojo con una tela y le habla con delicadeza. Es la primera vez que el animal siente la palma de una mano sobre su cuerpo. "Sacar