Un día en el que Rut va a recoger a su hijo Martí al colegio, este sufre un ataque de pánico. Está convencido de que alguien le persigue, que vive constantemente amenazado por un mundo que no entiende, pero que tampoco le entiende a él. Tiene ocho años y tiene autismo. Algo parecido le sucedió a la escritora Carla Gracia (Barcelona, 1980). «Fue un día horroroso. A partir de ahí, mi vida voló por los aires. Entre los ratos que le llevaba al psiquiatra o al psicólogo iba escribiendo. Al principio era muy dramático, pero es que terminan sucediéndote cosas tan surrealistas que te permiten verlo todo con cierta perspectiva. La terapia también te ayuda a entender, pero necesitaba escribir para digerirlo todo. Así fue como fue creciendo la novela, que también se volvió cada vez más ficcionada»,

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