El mundo nos recuerda cada día que la sostenibilidad ya no es una opción, sino un imperativo. La crisis climática, la pérdida de biodiversidad y la presión sobre los recursos naturales exigen una respuesta inmediata. La inacción dejó de ser neutral: hoy significa un retroceso.
No es la primera vez que la humanidad enfrenta un desafío de tal magnitud. El Protocolo de Montreal, firmado en 1987, nos demostró que cuando ciencia, política y ciudadanía se alinean, los resultados llegan. Gracias a ese esfuerzo conjunto, la capa de ozono —alguna vez al borde del colapso— está en proceso de recuperación. Esa experiencia nos demuestra que la acción coordinada puede revertir lo que parecía irreversible.
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