En el universo de los mitos felinos existe la creencia de que, si un gato vive solo, la mejor solución es traerle un compañero. Esta idea, que bebe de comparaciones con otras especies más sociales como los perros, no siempre se ajusta a la realidad de los gatos domésticos, cuyas dinámicas de convivencia son mucho más complejas y dependen en gran medida de la edad, el temperamento y la historia previa de cada animal.

Aunque la imagen idílica de dos gatos acurrucados en su cesta resulta tentadora, la convivencia entre felinos no surge de forma automática, sino que requiere un proceso delicado de adaptación y, en determinados casos, puede ser una fuente de tensión que impacte directamente en la salud de los implicados. Así lo recuerda Pam Johnson-Bennett, autora superventas y considerada una

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