
El Racing de Santander, flamante líder de LaLiga Hypermotion, se encuentra ante un desafío estructural que podría comprometer su trayectoria: una defensa endeble que, jornada tras jornada, queda expuesta pese al excelso rendimiento ofensivo del equipo.
Cinco jornadas. Quince goles anotados. Diez encajados. Una media exacta que habla de un equilibrio quebrado. Mientras los focos alumbran la inspiración de hombres como Andrés Martín, Asier Villalibre o Íñigo Vicente, auténticos estandartes del ataque cántabro, la zaga racinguista se tambalea con cada acometida rival.
La última alerta se encendió este fin de semana, en la derrota frente a la Cultural Leonesa, hasta entonces colista de la competición. A pesar de dominar tramos enteros del partido y de mostrar superioridad técnica, el conjunto verdiblanco volvió a dejar escapar puntos por errores defensivos impropios de un aspirante al ascenso.
Un Racing partido en dos mitades
Para muchos analistas, el Racing de José Alberto López presenta una doble identidad táctica: arrollador en campo rival, pero vulnerable en campo propio. La estructura del equipo, excesivamente volcada al ataque, ha dejado en evidencia una falta de solidez en el repliegue defensivo, con espacios entre líneas y transiciones mal gestionadas.
«Es muy difícil mantener una media de dos goles encajados por partido y aspirar al ascenso directo», reconocía el propio José Alberto en rueda de prensa. A pesar de contar con dos de los tres máximos goleadores de la categoría, el técnico es consciente de que el equilibrio es la clave para la regularidad a largo plazo.
Datos que preocupan pese al liderato. 10 goles encajados en 5 jornadas: el equipo que más recibe entre los diez primeros clasificados.
•Necesidad de anotar tres goles para ganar: como ocurrió frente a Almería y Albacete.
•0 partidos con la portería a cero: ningún rival se ha ido de vacío en lo que va de campeonato.
Si bien los resultados acompañan, las estadísticas revelan una tendencia inquietante. La eficacia ofensiva está enmascarando carencias defensivas que, a medida que avance la competición, podrían salir a flote con mayor crudeza. No se trata solo de encajar goles, sino de la sensación constante de inseguridad en la zaga, especialmente en los minutos finales, donde la concentración se diluye y los rivales aprovechan la más mínima grieta.
El dilema táctico: talento arriba, dudas atrás
El Racing ha demostrado ser un equipo de autor: vertical, intenso, y con un juego asociativo que ilusiona a su afición. Sin embargo, ese estilo también conlleva riesgos. La presión alta y la vocación ofensiva generan desequilibrios cuando el equipo pierde el balón. Y eso es exactamente lo que los rivales están sabiendo explotar.
La pareja de centrales, constantemente exigida, ha mostrado dificultades en los duelos individuales y en las coberturas laterales. A su vez, los mediocentros, muchas veces adelantados en la construcción, no logran cerrar a tiempo los espacios generados por la transición ofensiva. El resultado es una estructura vulnerable, expuesta a cualquier contraataque medianamente bien organizado.
El peso de la delantera: Último recurso o fortaleza estructural
No cabe duda de que el tridente ofensivo formado por Martín, Villalibre y Vicente es uno de los más temibles de la categoría. Sus cifras son elocuentes: entre los tres suman ocho goles en cinco partidos, y han sido claves en cada victoria. Pero depender de su eficacia goleadora para corregir errores defensivos es, como poco, temerario.
En varios encuentros, el Racing ha necesitado marcar tres goles para imponerse, como ocurrió en los enfrentamientos ante Albacete y Almería. Eso, en una liga tan larga y exigente como la Hypermotion, no es sostenible. Los goles no siempre llegarán, y cuando la puntería falle, los errores atrás se pagarán más caros.
La derrota frente a La Cultural Leonesa, colista hasta entonces, es el mejor ejemplo de lo que puede suceder si no se corrige la tendencia. A pesar de ir por delante en el marcador y de dominar estadísticamente el partido, el Racing dejó escapar dos puntos por errores groseros en defensa. Fallos de marcaje, falta de contundencia en el área y una alarmante pasividad en el repliegue provocaron que el rival encontrara el camino del gol con demasiada facilidad.
José Alberto, en su análisis pospartido, reconoció que «este equipo necesita un ajuste estructural» y que no se puede permitir conceder tanto atrás. Palabras que, aunque tranquilizadoras por su autocrítica, también reflejan la conciencia de que el problema no es puntual, sino sistémico. Dentro del grupo, el mensaje es claro: hay confianza en las posibilidades del equipo, pero también existe una conciencia plena de que la defensa necesita mejorar. Algunos jugadores han manifestado en privado su preocupación por la falta de equilibrio entre líneas, y se están buscando soluciones tácticas durante la semana.
Entre ellas, se contempla la posibilidad de retrasar la línea de presión para minimizar riesgos, introducir una defensa de tres centrales para reforzar la cobertura o apostar por un mediocentro de corte más defensivo que ofrezca estabilidad en la transición. La dirección técnica está valorando todas estas opciones con la urgencia que requiere la situación.
Ser líder de LaLiga Hypermotion tras cinco jornadas es un mérito indiscutible. Pero serlo con una defensa en entredicho es también una señal de alerta que no debe ignorarse. Si el Racing de Santander quiere mantenerse en lo más alto, necesita resolver cuanto antes sus carencias atrás. La ilusión está intacta, el talento existe y la afición responde. Solo falta que el bloque defensivo esté a la altura del resto.
Porque en una categoría tan igualada como la Segunda División, los pequeños detalles hacen la diferencia. Y hoy, el detalle que puede costar un ascenso, está claro: la defensa del Racing de Santander.