El amor acelera el pulso, nubla la razón y, en apenas 0,2 segundos, puede convencer a cualquiera de que ha encontrado a “la persona indicada”. Lo que parece magia, sin embargo, tiene una explicación científica: al enamorarse, el cerebro activa tres regiones clave —el área tegmental ventral, el núcleo accumbens y la amígdala— y libera un cóctel de sustancias como dopamina, oxitocina, vasopresina, adrenalina y serotonina. El resultado es una tormenta química que impulsa el deseo y el apego, pero también reduce la capacidad de análisis, abriendo la puerta a decisiones afectivas poco conscientes.

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Con motivo del Día del Amor y la Amistad , el Doctorado en Neurociencia Aplicada y Compor

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