El domingo pasado, tras apuntarse el oro de los 35 km marcha, María Pérez se atracaba a sushi y carne junto a Antonella Palmisano, amiga, compañera de entrenamientos y rival, mientras le expresaba sus dudas:
-Me duele todo, me duele todo, no sé si estoy para pelear por los 20 km.
(Y así mismo nos lo confiesa cuando todo ha acabado, cuando nos habla en el vientre del Estadio Nacional de Japón: “En estos días he tenido dolores en la pelvis, una pubalgia aguda provocada por la deshidratación en los 35 km, pero no era cuestión de ir contándolo por ahí”).
Al día siguiente, el lunes, ya se sentía mejor.
Al siguiente, mejor aún.
Y el miércoles, definitivamente, ya veía la luz.
Y luego aflojó el termómetro en Tokio y también se dispersó la humedad, y entonces la triple campeona del mundo se